En épocas antiguas de México, el cúmulo documental del ejercicio de las y los notarios era considerado fundamental para el desempeño del oficio de Notario, y de una manera tácita, se consideraba propiedad de la notaría, ya que ante el fallecimiento del o la titular, este acervo pasaba a manos del o la sustituta, durante el siglo XIX, las notarías formaban parte de los oficios vendibles y renunciables y se tenía la convicción de que los protocolos pertenecían irrefutablemente a la o el Notario.
A inicios del siglo XX, se establece que es al Estado y no a las o los notarios públicos a quien deben pertenecer los documentos notariales y por ello sería el o la encargada y responsable del resguardo de los documentos notariales, motivo por el cual los y las titulares de las Notarías debían hacer entrega de los protocolos que hasta ese momento se encontraban a su cargo; para tal fin se creó una Institución donde quedaron depositados bajo su custodia y conservación el haber protocolario de la ciudad capital.
Actualmente el Archivo General de Notarias, por conducto de la Directora General de Instituto de la Función Registral del Estado de México, mantiene una coordinación permanente con la Consejería Jurídica, Derechos Humanos, Dirección General de Compilación y Consulta del Orden Jurídico Nacional, para alimentar y actualizar el Registro Nacional de Avisos de Testamento, así como el “Mes del Testamento” que se realiza anualmente durante el mes de septiembre.